BreakHeart

Allá afuera
Allá afuera

Era tan extraño, casi una fantasía retorcida

“En los últimos meses se han suscitado una serie de asesinatos a mujeres con un patrón de comportamiento específico, se puede afirmar que trata de un asesino serial que merodea libre en busca de su nueva víctima, se recomienda a la población estar alerta ante cualquier sospecha y evitar salir a deshoras de la noche…”

Nuevamente lo mismo, la misma noticia del pequeño bastardo que se a encargado de convertir a la ciudad en una especie de circo y hacer ver a la autoridad como un grupo de incompetentes que no son capaces de cumplir su trabajo

Su método de asesinato consta de cortar los tobillos de la víctima para inmovilizarla, después con un objeto afilado realizar un corte en el vientre en forma de un corazón roto para finalmente extirparle el corazón del pecho estando la víctima aún con vida…

Atroz, la escena tan desagradable que había presenciado aquel día en que le fue asignado el caso no a abandonado su mente en ningún momento, aquella pobre mujer había sufrido de una manera horrible antes de morir

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Camino a la cafetería que se encuentra a dos cuadras de la comisaría local siempre cruzaba por un parque, ese día extrañamente se encontraba desolado y el cielo nublado, el clima tan agradable y el silencio le daban cierta paz que necesitaba para mantener su buen humor en el trabajo

Sin embargo su atención se vio fijada en un columpio, uno donde una pequeña niña se encontraba balanceándose sin mucho ánimo, no lograba captar a ningún adulto cercano así que se acercó a ella para cuestionar su soledad, podría ser muy peligroso que alguien tan pequeña estuviese vagando por ahí sin cuidado

-Disculpa pequeña…. ¿Cómo te llamas?- le cuestionó con amabilidad a unos pasos de ella.

-…- La niña simplemente lo miró, sin decir palabra alguna, llevaba un suéter negro con la capucha puesta, un pantalón del mismo color y tenis de tela negros, sus manos y cuello cubiertos por vendajes lo cual lo preocupó. Sus rasgos delataban su descendencia asiática, cabello y rasgados ojos negros con una pálida piel de porcelana.

-¿Te encuentras sola?- probó nuevamente con otra pregunta.

-¿Eres un pervertido?- su suave y serena voz no eran para nada parecidos a los niños de esa edad las cuales eran tan chillantes y escandalosas.

-Jeje… por supuesto que no, soy un oficial y me preocupa ver que una niña esté sola en un lugar como éste.

-No estoy sola, él me acompaña siempre- dijo señalando a un extraño y feo conejo de felpa que se encontraba recostado sobre otro asiento del columpio.

-Oh claro, lo siento- se disculpó al notar la fría mirada de la niña, como si hubiese dicho algo incorrecto.

-No se preocupe, ¿no sé dirigía a tomar su café, señor oficial?- le cuestionó con tranquilidad y un tono de voz plano.

-Jeje sí… nos vemos, no vagues por aquí hasta tarde, hay una mala persona suelta y puede ocasionarte daño- le advirtió con algo de seriedad, no era el asunto más agradable de tratar con un infante.

-Un asesino querrá decir, no tiene nada de que preocuparse, no me hará nada, yo no cargo con ése pecado- era demasiado fría y tranquila para ser una niña de lo que calculaba 8-9 años. Sujetó el conejo entre sus manos, verlo era desagradable, no sólo tenía un aroma pútrido y sofocante sino que su aspecto era tétrico y muy poco convincente para un crío.

Ya en la cafetería pidió un cappuccino con caramelo y se sentó a leer los informes de los casos relacionados a BreakHeart, era extraño, a pesar de tratar de comprender cosas en común entre cada víctima la realidad es que no había nada, en lo único que coincidían era el hecho de que eran mujeres y habían sido asesinadas a sangre fría por un maldito psicópata.

Cuando su hora de almuerzo se acababa pidió la cuenta, dejó un poco de propina y se retiró con un ligero dolor de cabeza.

De regreso ya no se encontraba la niña, así que caminó un poco más a prisa sin notar que desde detrás de un árbol una fría mirada lo acechaba.

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Otro homicidio de suscitó a mediados de mes, otra mujer, el mismo patrón, y el mismo cruel desastre

Lo detestaba, a ése bastardo, se juró a si mismo no descansar hasta atraparlo y hacerlo pagar muy caro

Camino a tomar su café al pasar por aquel parque se encontró nuevamente con la niña, como estaba estresado y quería ocupar su mente en otra cosa decido acercarse y buscar algo de plática con la infante

-¿Sigues sola en un lugar como éste?- le cuestionó con amabilidad y tratando de llamar su atención.

-¿Sigue acosando niñas en los parques?- la pequeña preguntó en respuesta con cierta ironía en su voz, abrazando su escalofriante conejo.

-No te estoy acosando, simplemente es una feliz coincidencia.

-Oh, así que ahora se le llama así- respondió sin sorpresa en su voz, esa niña era muy extraña, de hecho hasta ahora no se había percatado de que su costado del labio sobre la mejilla estaba cubierto por una gasa.

-¿Qué te sucedió en el rostro? ¿Te golpeaste?

-Oh… algo así señor Russo- dijo con una sonrisa.

-¿Cómo… sabes mi apellido…?- le preguntó dudoso, él en ningún momento le mencionó cómo se llamaba.

-Jeje… por el nombre bordado en su camisa- le dijo con son de gracia.

-Eh…. Perdón, estoy un poco paranoico últimamente…

-Respondiendo su primera pregunta, mi nombre es Kokoro- ella le dio un giro a la conversación

-…?

-Cuando recién nos conocimos me preguntó mi nombre, así que se lo digo ahora.

-Je claro, es un poco…- titubeó tratando de hallar las palabras indicadas para no ofenderle.

-¿Raro? Si, es japonés, mi madre era japonesa.

-Tu madre….

-Ya me voy, vaya con cuidado- se levantó del columpio y se fue sin mediar palabra, no le permitió formular más preguntas.

Le preocupaba que fuese víctima de violencia en su hogar, a juzgar por su aspecto y su forma de comportarse era muy probable y eso lo tenía dudando de cómo podría ayudarla.

Llegando a su hogar saludó a su esposa y acarició su enorme vientre, era prácticamente una cansado del trabajo se recostó en su cama, deseaba descansar y pensar… ¿Qué podía hacer para atraparlo finalmente?

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-Buenas tardes Kokoro- saludó jovialmente tomando lugar a su lado.

-Buenas tardes oficial Russo- dijo la niña con un tono frío y tranquilo, como habituada hacer.

-¿No planeas venir con tu madre alguna vez?- le cuestionó con amabilidad, tratando de no sonar muy atrevido.

-Mi madre es una mierda, solo me abandonó porque no era capaz de amarme y se fue, me despreció y se deshizo de mí.

El repentino cambio de tono y el lenguaje lo tomaron por sorpresa, una nota así de pequeña usando esa clase de lenguaje…

-Esa clase de mujeres merecen desaparecer, ¿No lo cree, oficial Russo?- lo miró con unos ojos fríos y vacíos, como una especie de demente condenado a morir.

Sin esperar respuesta se puso de pie y empezó a caminar, se detuvo un momento y volteó a mirarlo con una sonrisa.

-Felicidades por su bebé- y retomó su caminata sujetando a su conejo de felpa.

Se quedó paralizado, él jamás mencionó que esperaba un hijo. Se puso de pie rápidamente y corrió a la dirección donde había ido la niña pero ella ya no estaba, es como si hubiese desaparecido, lo cual comenzó a angustiarlo, algo andaba mal, muy mal.

En su hogar, las palabras de aquella extraña chiquilla seguían rondando en su mente, estuvo meditando un par de horas hasta que finalmente algo llegó a su cabeza.

Rápidamente se acercó a la computadora portátil y comenzó a buscar los antecedentes médicos de cada una de aquellas mujeres, si su teoría era correcta entonces todas esas mujeres…

… ¨Encontrado¨

Entonces era cierto, cada una de esas mujeres tenía expedientes médicos de alguna clínica de aborto, o registros de haber dado en adopción a sus hijos, eran demasiadas coincidencias.

-Kokoro…

-¿Kokoro?- su esposa iba ingresando a la habitación con delicadeza.

-Ah nada cielo….

-Jejeje qué bonito, de hecho Kokoro en japonés significa corazón- le dijo con una sonrisa cálida.

-¿Corazón?- No, era demasiado, eso era demasiado….

-Si, en japonés “Kokoro” significa corazón- su esposa lo miró un tanto confundida ¿Qué tenía eso de extraordinario? Era sólo una palabra.

-Me tengo que ir- sin pensarlo mucho tomó su sacó de trabajo y se dirigió al parque, debía encontrar a esa niña, algo andaba mal con ella desde que la conoció, su forma de actuar no era normal y ahora tenía una corazonada de que esa pequeña estaba involucrada en todas esas muertes.

Sin embargo no la encontró y comenzaba a desesperarse, estaba a punto de ir a la comisaría cuando el celular dentro de su bolsillo comenzó a vibrar, al responder el mensaje casi se le cae de las manos y entró en desesperación, era una foto de su esposa amarrada a la cama y el reflejo de un cuchillo que se colaba en la imagen, sin pensarlo siquiera 2 veces comenzó a correr en dirección a su hogar.

Buscó por toda la casa a esa niña y su esposa rogándole al destino que no la hubiese herido esa pequeña psicópata.

Su habitación se encontraba abierta y al asomarse entró de golpe cuando vio a su esposa hecha un total desastre, su vientre ya no estaba tan abultado y su rostro cubierto de sudor y lágrimas le dieron a entender que había dado a luz a ese bebé.

-¿Y…… el bebé……?……

-Buenas noches oficial Russo- esa tranquila y fría voz lo pusieron a la defensiva, volteó a verla y se percató de que entre sus pequeños brazos cargaba a su recién nacido hijo.

-¿Por qué…..? ¡¿Por qué estás haciendo esto?!- le cuestionó desesperado.

  • Quería saber…. Cómo luce un bebé que nace en una familia que va a amarlo incondicionalmente y descubrir esas tiernas expresiones- en su mano izquierda sostenía la navaja de unas tijeras además de que por primera vez veía la piel bajo los vendajes, sobre su cuello había una especie de cortadura, una marca en forma de corazón roto, la mitad de su rostro estaba cortado en una sonrisa mal cosida y una oscura sobra cubría sus ojos mientras ella sonreía.

-Felicidades, es un hermoso varón, sabrá… mi madre me abandonó porque no me amaba, me despreció por ello es lindo ver esto, una linda familia feliz….

Dicho esto la luz se apagó por un momento, después se encendió y esa niña ya no estaba, su hijo se encontraba entre sus brazos con un corazón pintado sobre su pecho, pero ésta vez uno completo.

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Los asesinatos se continuaron suscitando y el miedo crecía cada día más en la población, era aterrador no comprender que sucedía y aquella marca de corazón roto se volvió muy conocida, su sello único.

Mientras tanto, sobre un columpio se balanceaba muy suavemente Kokoro, le dijo algo a su conejo, lo acercó a su oído y empezaron a escucharse murmullos para después el latido de un corazón proveniente del horrible conejo.

-Lo sé…. lo sé… hermano….- murmuró la niña mientras miraba el cielo nocturno.

~LoveCry

— Via Creepypastas

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