Cómo matar a un vampiro

Allá afuera
Allá afuera

Las leyendas de vampiros son claras al respecto. Se debe atravesar el cuerpo del vampiro con una estaca de modo que se clave en la tierra y de ese modo asegurarlo a la tumba.

La estaca, preferiblemente, debe ser de madera de rosal silvestre, de álamo o de fresno. En algunas zonas de Europa Oriental se prefería el hierro al rojo vivo en lugar de madera, tal vez creyendo que después de un tiempo los vampiros se habitúan a los métodos tradicionales de matarlos. Tras estas operaciones, se debe quemar el cuerpo del vampiro y posteriormente enterrar sus cenizas en algún cruce de caminos.

Si no se encuentra pronto al vampiro, sus primeras víctimas serán siempre sus familiares más cercanos. En general, luego procede a atacar a sus vecinos y a otros habitantes de su aldea natal, con especial predilección por aquellos con quienes hayan quedado cuentas pendientes. Recordemos que esto es así porque los vampiros no pueden, en principio, alejarse demasiado de sus sepulcros, ya que deben retornar a ellos con las primeras luces del día.

Si el vampiro logra escapar de una emboscada existe el riesgo de que suba a lo alto del campanario y grite el nombre de los cazadores, quienes morirán inevitablemente en el curso de unas pocas horas. Para evitar esto se utilizaban extravagantes seudónimos que complicaban la comunicación entre los cazadores, cuyas pesquisas a menudo terminaban en estériles reyertas personales.

En determinados sitios, el vampiro no se conformaba con gritar a viva voz el nombre de sus perseguidores, sino que hacía sonar el toque de los difuntos, matando en el acto a todos los infortunados que lo escuchaban.

Si no se lo mata en los primeros siete años de No-Vida, el vampiro irá adquiriendo nuevos y temibles poderes, trayendo aún más ruina y desolación.

Existía también un método artificioso para matar a un vampiro, que consistía en dejar un manojo de sogas entrelazadas dentro del ataúd del sospechoso. Cuando el vampiro despertaba a su nueva naturaleza nocturna, encontraba el impulso irresistible de desatar la madeja, pasando largos y amargos días intentándolo en vano, hasta que la sed finalmente lo consumía.

— Via Creepypastas

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