Cinco muñecos malditos con los que no conviene jugar

Inmediatamente después de los anillos y los espejos, las muñecas son uno de los objetos malditos por excelencia dentro del relato de terror, y principalmente de la literatura gótica.

Esta fascinación por las muñecas acaso tenga que ver con el hecho de que son algo más que simples juguetes. Las muñecas son un simulacro, una tentativa, un retrato, a tal punto que fácilmente pueden convertirse en amigas reales para sus dueños.

Existen por allí toda clase de muñecas malditas, algunas con malévola autonomía y otras poseídas por demonios o espíritus. Repasemos las más interesantes en un orden que dicta: “lo último es lo mejor”.

La Barbie de Pulau Ubin

Barbie es la muñeca más popular del mundo, tanto que hasta las niñas fantasma ansían tener una.

Al comienzo de la Primera Guerra Mundial, los británicos presionaron el control sobre sus colonias. En Palau Ubin, Singapur, se capturó a un matrimonio alemán, sospechado de espionaje, pero la hija de estos consiguió escapar. Lamentablemente, en la huida perdió a su muñeca, y al intentar recuperarla tropezó y cayó por la ladera de un monte.

Los lugareños erigieron un pequeño santuario en el sitio de la tragedia, con un altar de porcelana que supuestamente contenía algunos rizos de la muchacha. Muchos consideraron sagrado el lugar, y no era infrecuente que se le tributaran juguetes y muñecos a la niña fallecida.

La Barbie de Pulau Ubin sólo está allí desde 2007. Fue dejada por un hombre atormentado por una pesadilla recurrente, en la que se le aparecía una niña espectral que le solicitaba la urgente devolución de su muñeca.

Si bien esta Barbie sólo imita el vestuario de la muñeca original, desde su llegada no se han escuchado más quejas de la pequeña fantasma.

Mandy

Mandy es una muñeca de porcelana fabricada entre 1910 y 1920, donada al Quesnel Museum en 1991. El donante no aclaró, sin embargo, que por las noches podía escuchar horrosos llantos provenientes de la muñeca.

En el museo donde se alojó a Mandy también comenzaron a ocurrir hechos extraños, sobre todo el ruido de pasos y quejidos inhumanos. Los empleados se quejan de la misteriosa desaparición de objetos y reapariciones todavía más asombrosas en sitios inexplicables.

Uno de los juegos predilectos de Mandy es observar fijamente. No importa en qué lugar del salón uno se ubique, los ojos de Mandy siempre parecen seguir al visitante.

Pupa

Pupa (que en latín significa literalmente “muñeca”) fue fabricada en 1920 siguiendo la tendencia de la época, es decir, empleando las facciones y el cabello real de su futura dueña.

La dueña original de Pupa falleció en 2005. Desde entonces, la muñeca tiene el odioso hábito de moverse sola, cambiando periódicamente de lugar en los anaqueles que habita. Incluso su expresión facial cambió de forma notable, como si de algún modo hubiese rejuvenecido.

Letta

En 1972, Kerry Walton regresó a Australia para el funeral de su abuela. Además de cumplir con este compromiso, aprovechó el viaje para enfrentar uno de los peores miedos de su infancia: una marioneta que, de acuerdo a los especialistas, fue fabricada hace unos doscientos años por una bruja gitana, quizás para homenajear el alma de su hijo recientemente ahogado.

Letta encarna la creencia gitana de que los espíritus pueden encapsularse en distintos objetos inanimados. Este muñeco confirma esta tradición ya que, de hecho, posee cabello humano real y pequeñas superficies de piel.

Nadie conoce realmente su nombre. Se la llama Letta debido a los extraños gritos que ejecuta cada sábado por la noche: “Letta me out!” (¡Déjame salir!), pronunciando el ruego con un típico acento gitano.

Chrystal, True, Monika, Sharla, Isaac, Lilly, Ashley y Cameron

Imposible dejar afuera a este tétrico grupo de una lista de muñecos malditos.

Estos son los nombres de los espíritus que supuestamente han tomado posesión de los muñecos. Todos ellos pertenecen a una familia de Pennsylvania, quienes los consideran sus más preciadas posesiones.

Después de años de investigación se llegó a la conclusión de que estos nombres nada tenían que ver con un grupo de espíritus, sino con el alma extraviada de un niño, dueño legítimo de los juguetes, que aún desde el otro lado continuaba jugando con ellos, moviéndolos, haciéndolos hablar, bailar, y llamándolos por los nombres que él mismo les había dado.

— Via Creepypastas

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