Bolas de energía, el diario de Ismael

Allá afuera
Allá afuera

Una noche el zumbido de mosquitos le arrebató el sueño a Ismael , sentado sobre la cama veía asombrado como una remolino de más de dos metros lleno de mosquitos se movía frente a él, como siempre había sido curioso estiró la mano para tocar… la mañana siguiente despertó recostado en la cama, sin recordar lo que había pasado horas antes. La noche siguiente una gran masa de insectos, esta vez arañas, subieron por miles a su cama causando el mismo efecto que la noche anterior.

Después de más de 10 noches en las que los diferentes tipos de insectos le hacían perder el conocimiento hubo una bola de energía , del tamaño de una pelota de golf, flotaba en medio de la habitación, puso sus manos alrededor intentando atraparla, pero la bola creció, alcanzando el tamaño de una pelota de basket ball, con un color azul intenso, y pequeños destellos en el interior.

La bola se dejaba manejar por él pero a su vez lo dirigía a la esquina del cuarto, era apenas la mitad del camino cuando Ismael miraba asombrado que frente a él no estaban las paredes, si no un hermoso paisaje verde entre las montañas, con bellos ríos entre los pastos, justo como el lugar en el que soñaba tener un rancho… No quiso perder la oportunidad de conocer más de ese bello mundo que estaba ante sus ojos y se adentró en el. De pronto los tres soles que brillaban en el cielo se apagaron sin aviso, no había luna, ni alguna luz de la cual echar mano. El piso en el que estaba parado cambió su consistencia, sintiéndose fangoso, se hundía lentamente, intentando caminar el fango se volvió líquido y ¡cayó!, no sabía nadar, estaba ahogándose, sin poder ver nada aun, sintió algo sobre su cabeza, de lo cual no dudo en aferrarse, para su fortuna esto que se sentía baboso y resbaloso, fue su salvación, salieron a flote, apretando con fuerza permaneció ahí sin saber cuánto tiempo hasta que el suelo se hizo solido de nuevo y los soles brillaron.

Observó a su alrededor, un poco perdido, con miedo de extraviarse no quería moverse; pero, tenía que hacerlo, con desconfianza en sus pasos, los soles no le dieron tiempo y volvieron a apagarse para quedar atrapado de nuevo en el liquido; pero esta vez, una luz azul brillaba dejándole ver que cientos de manos de cuerpos hinchados y descompuestos trataban de sujetarlo. Pataleando con fuerza llegó a la superficie, la luz azul se posó en su mano, Ismael la sujetó con fuerza y salió del agua llevándolo junto a más personas que colgaban de bolas de energía de diferentes tamaños. Le explicaron que cada dos minutos la oscuridad llegaba, esperando 10 los soles salían de nuevo. En la oscuridad habitan seres de maldad y si se descuida se convertiría en uno de ellos.

Al salir los soles corrieron con todas sus fuerzas hacia una luz cegadora, estando ahí los soles se apagaron pero el piso resistió, era algo gelatinoso, pero no se hundían en el, las bolas de energía los rodearon encaminándolos mientras ellos seguían lentamente y en grupo. Entre lamentos, gritos, gruñidos, la luz de las bolas no alcanzaba para ver que había más allá de unos centímetros, en su caminata de pronto unos pasos se acercaban, trayendo consigo algo a rastras, algo metálico que dejaba saber que el piso venia poniéndose más sólido… en un silencio total un enorme hacha rompió la formación de las bolas , arrancó de tajo dos cabezas y partió a alguien más por la mitad, serpientes se arrastraron por el suelo hasta los cuerpos, tragándolos de un solo bocado mientras personas pálidas peleaban entre sí por las cabezas.

El hacha fue jalada hacia atrás para tomar impulso pero esta vez todos estaban preparados, cada quien con su bola en mano, las manipulaban para protegerse de los ataques, entre la pelea Ismael pudo observar al conductor de hacha, parecía un cuerpo descomponiéndose, sus huesos se veían expuestos, mientras los gusanos aun comían pedazos de carne y serpientes negras salían de sus heridas, en especial por la espalda las dos más grandes se levantaban aun por encima de su cabeza, donde una broca encendida, daba vueltas y salía disparada de pronto hacia el grupo de gente, sus ojos no eran más que huecos vacios y negros de los cuales caían gusanos por montones, el hacha era su propia mano, que al usarla crecía el doble de tamaño en la otra una sierra con la que desmembró a más de uno. Aprovechando el descuido, aquellos en la sombras extendían sus manos y arrancaban la piel de las victimas como si se tratara solo de una cascara, dejando el interior expuesto para que pudieran servirse de él…

Ismael despertó en su cama, esta vez recordaba a la perfección lo que había pasado, ansioso porque llegara la noche, esperando volver, escribió un diario, en el cual nos cuenta algunas de sus aventuras, y las que compartiré con ustedes en más de una ocasión.

Fuente: cuentosdeterror.mx

Total
0
Shares
Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Related Posts