Blacking

Asesinos del Zodiaco
Asesinos del Zodiaco

Soy un hombre simple que vive en un pueblo simple, que posiblemente nadie vaya a conocer; vivo bastante estresado debido a mi trabajo, por lo que casi no duermo, y las pocas veces que tengo tiempo para descansar y apagar las luces, veo en mis sueños la sombra de alguien ingresando a algún lugar. En esta ocasión, ese sitio es mi hogar, y el sujeto (que parece ser un ladrón) se acerca cada vez más hasta lo que parece ser mi habitación.

Cuando despierto, siento la necesidad de beber algo, quizá debido a haber dormido con la boca abierta. Mientras me dirijo a la cocina, me percato de que el ruido de las tablas de madera debajo de mí es diferente, rechinante, y parece que hubiera algo debajo de ellas.

“Debo estar alucinando.”

A pesar de eso, no tengo tiempo de pensar mientras me doy cuenta de que estoy cayendo hacia un lugar que desconozco. Al impactar, tanteo mi alrededor y logro reconocer un suelo de tierra. Quizá sea una especie de sótano, que no quisieron mencionarme cuando me mudé. Intento acercarme a la única zona iluminada, donde se halla un escritorio y un libro evidentemente antiguo.

No pude evitar sentir curiosidad por el contenido de ese grueso volumen, por lo que creo que será mejor que me lo lleve. Con el objeto en brazos, consigo trepar por el agujero del piso y alcanzar de nuevo mi hogar. Apenas me siento en el sofá, hojeo las páginas de aquel texto, y la primera imagen que veo simboliza a la una figura muy similar a la de mis sueños. Si tengo que ser sincero, no me causó mucha impresión, pero el epígrafe de esa “foto” sí que lo hizo.

Describía escenas muy similares a las sucedidas durante mis pesadillas, el rito de un criminal acosando a familias enteras -aunque en mi caso era solo yo- durante las noches de eclipse lunar. Eso tampoco parecía concordar lo suficiente con mi situación, ya que padecía de ello todos los días sin falta, y no sólo durante un eclipse. Aún así, el resto de cosas que revelaba acerca de la amenazadora sombra se parecían demasiado a los productos de mi subconsciente.

No vale la pena citar las palabras bajo la imagen, por lo que sí lo haré con el texto que había en la página siguiente:

En épocas que el ser humano prefiere no incluir dentro de sus libros históricos debido a los males que azotaban la Tierra y el espacio, hubo un solo individuo que logró dominar la magia negra en su totalidad. Los actos que realizaba con ella eran y siguen siendo indescriptibles, y hacían gala del terror que podían llegar a provocar en la gente e incluso, en su portador mismo. Mencionar el nombre de tan descarado “nigromante” sería recordar todas las plagas que en esos momentos la humanidad padecía gracias a él y a sus seguidores, los llamados… (En este punto el párrafo se volvía muy borroso para leerlo)

Sin embargo, desde el principio de los tiempos nuestra especie ha preferido evitar lo que le hace daño; es por eso que encerró al recién creado monstruo, resultado de la experimentación sobre sí mismo, bajo la tierra, en forma de placas hechas de su propia piel.

Los que conocen su historia no pueden evitar ceder ante la locura de tal conocimiento, por lo que acaban destruyendo sus cuerpos con el fin de terminar el dolor que supone saber de su existencia. Pese a estar en un estado de “sueño” el nigromante no puede evitar que sus poderes se salgan de control, y las sombras extraídas del reino del subsuelo y que habitan su cuerpo se manifiestan de diversas formas.

Una de esas manifestaciones es llamada, comúnmente, Blacking.

La vida es dura desde el inicio, eso he aprendido con el paso de los años, por lo que una vaga revelación resulta poco impresionante para mí. Leer un tomo acerca de magia negra y la historia de un supuesto “nigromante” puede llegar a inquietar a la gente supersticiosa, pero no a mí. Aún así, no puedo evitar un punzante dolor de cabeza, y tampoco…

“Tampoco puedo prevenir que…”

Tal y como el libro anunciaba que iba a suceder, en mi mente se producen cambios en mis recuerdos, retorcidas modificaciones en el infinito pensamiento humano, y los huecos de la existencia misma se juntan en un solo sitio para impulsar la creación de algo que ya había sido invocado mucho, mucho tiempo atrás. Ante mí, la silueta de aquel viejo hechicero se recorta gracias a la luz de las farolas de la calle, en forma de una criatura tan horripilante que resulta bella de ver; al fin y al cabo, la muerte misma lo es.

No sabría definir las emociones que en este instante siento, y puede que esté sonando demasiado extravagante para alguien que se ha acostumbrado a una forma de vida muy sencilla, pero ahora mismo el cuchillo que se acerca a mi vientre está siendo apoyado sobre la mano de la entidad conocida como Blacking.

— Via Creepypastas

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