Ángel de la Venganza

El Puente Negro
El Puente Negro

Ya ha pasado un tiempo desde la última vez que me sentí humana.

La sensación del corazón latir, el calor en mis mejillas al sonreír.

La última vez fue hace unos años atrás, recuerdo que tenía 16.

Recuerdo que mi novio me había terminado hace unos meses.

Recordaba el Lastre de persona que fue, y en todo lo que me hizo.

Recuerdo que se juntaba a escondidas con su ex, se besaban y hacía cosas a mis espaldas.

Eso iba alimentando mi sed de venganza, sin embargo yo solo quería algo justo…

Lo último que supe de él, fue que el día en el que cumpliríamos un año, compartió sabanas con ella, sé que lo nuestro ya había acabado, pero sin embargo. Yo quería respuestas, incrédula creí que podría llenar aquel vacío.

Un día cualquiera me los topé, procedieron a besarse… En mi propio rostro. Recuerdo que ese día, cegada por la impotencia me dirige al edificio más alto. Una vez allí arriba, estaba sentada al borde de éste… Decidida por lo que haría, las voces me gritaban:

“Hazlo, nadie te necesita”.

Estallé en lágrimas, y en un llanto descontrolado.

Cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo, me dispuse a ponerme de pie, y salir del lugar. No obstante… Dentro de mi cabeza había una dulce voz que susurraba

“Puedes volar, solo debes saltar por ese precipicio”

Convencida de mi decisión, quería justicia.

Así que sin mediar palabra me aventé por aquel edificio. Sentía el cabello moverse con rapidez, como con la falta de aire comenzaba a asfixiarme.

Cerré mis ojos, pues creí que era mi fin.

Sin embargo, sentía algo salir de mí, algo muy doloroso, que me abría la piel, un chorro de sangre salió disparado, en el acto una fuerza me elevó, a unos centímetros antes de tocar el suelo, no podía creerlo, estaba ¿volando?… no lo creía posible. Llegue al suelo, extendí aquello que había salido de mi espalda.

Eran alas, unas alas negras como el azabache.

Me elevé a lo alto, el viento en mi rostro, era maravilloso.

Pero… esto no podría ser eterno.

Recordé lo que había sucedido, ya no quería justicia, quería venganza por lo que me habían hecho.

Ante mí en ese preciso instante apareció una figura igual a mí, poseía alas pero, sus alas era radiantes como el sol. De sus labios pronunció “podrás vengarte, por ti, y por quienes merecen un descanso al igual que ti, podrás hacer con ellos lo que gustes, pero todo tiene consecuencias…”

Quise preguntarle qué consecuencias eran, más se fue sin mediar palabra. ¿A qué consecuencias se refería?…

Eso ya no importaba, salí del lugar a lo que me dieron las… Alas.

Me puse enfrente de ellos, estaban en recreo, agarré a la tipa de su cabello y la arrastré por toda la cancha. El horrorizado observaba como me la llevaba, pero al parecer… Él no podía verme.

Esa era la consecuencia, podría hacer lo que quisiera, con quién quisiera. Pero… nadie podría verme. Me deshice de ella, no la maté, pero la deje inconsciente

Recordé que aparentemente me había “suicidado”.

Entré por la ventana de mi habitación en el segundo piso, al parecer podía atravesar cosas también…

Tomé un papel, y una pluma, estaba escribiendo mis “últimas palabras” al menos las que podían manifestarse en el mundo de los vivos, la carta decía así:

“Estimados padres, el día de hoy, he cometido un gran error, espero puedan perdonarme, pero he decidido que ésta vida no fue para mí, quisiera regresarles el favor, alégrense, tendrán una boca menos que alimentar. Sé que jamás fui la hija perfecta, pero quiero que sepan que los amo, esto no es por ustedes. No se sientan culpables, es culpa mía. De despide con amor su hija…”

Lágrimas rodaron por mis mejillas.

Eso es lo último que recuerdo, ahora vago por el mundo.

He recorrido el mundo 30 veces.

Y escribo en éste foro, para advertirles que, no se cieguen por amor. Nadie es lo suficientemente bueno, para echarse a morir por alguien.

Ahora yo estoy pagando por mi ceguera, pagando por la eternidad…

— Via Creepypastas

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