Alimenta al vampiro de la fosa

Asesinos del Zodiaco
Asesinos del Zodiaco

Para alejarme un poco de la ciudad y su bullicio fui de vacaciones a la sierra de Chihuahua, el lugar empezaba a gustarme porque era tranquilo, podía ver la nieve caer por la ventana, sentado junto a la chimenea tomando chocolate caliente.

El más cercano vecino estaba a unos 20 minutos en burro, era una personaje de lo más extraño para mí, la primera noche que nos visitó, tomamos café juntos, conversamos un rato, cerca de las doce de la noche se retiró, lo acompañé a la puerta trasera, se montó en su burro y caminó de frente en medio de la oscuridad hasta que no pude verlo más, al siguiente día mi sorpresa fue que a unos cuantos pasos de la casa solo había un cañón, pudo haber ido por ahí solo si su burro era volador. No comenté nada entre mis compañeros, esa noche nos visitó de nuevo para invitarnos a cazar por la madrugada, tomamos todos nuestros rifles; de aire por supuesto, no pensábamos más que cazar liebres o aves, éramos cinco más nuestro vecino extraño, la jornada de caza fue genial, muy divertida pues no pudimos más que traer un ave entre los cinco, mientras nuestro anfitrión volvió con ocho liebres y cinco aves. Prometió volver la siguiente madrugada para enseñarnos algunos trucos.

Tal como niños pequeños lo esperamos por horas, pero amaneció y nuestro nuevo maestro no apareció, así fue por tres madrugadas más, un poco preocupado porque me pareció hombre de palabra le pregunte a mi primo que ese día nos visitaba -¿donde vive Don Chava?- , después de tomar las indicaciones me dispuse a la caminata, en el camino oscureció, al llegar cruce los corrales en los cuales tenía algunas chivas, toqué la puerta y después de identificarme Don Chava me dio el pase, estaba en cama, con una herida en la pierna, me dijo que se había lastimado al caer. Me senté a platicar con él y como me han educado bien le ofrecí me ayuda.

-Don Chava, si necesita algo por favor con toda confianza para eso estoy-

Con tal confianza como si me conociera de toda la vida me dijo:

-Alimenta al vampiro de la fosa-

De momento no me extrañó, pensé que el deliraba y se había confundido un poco, pero con su insistencia de que lo hiciera, apoyado por una expresión de preocupación al decirme que tenía ya más de tres días sin y comer podría escaparse, accedí.

Un poco movido por la curiosidad tomé la lámpara de gasolina, pues era algo remoto para tener energía eléctrica, fui a la parte de atrás como me había indicado, donde efectivamente había una fosa , con gruesos barrotes de metal como tapa, se podía ver una escalera de madera, pero no el fondo, así que me acerqué más al escuchar un ruido como –shhclik,shhclik- pero seguía sin ver el fondo de la fosa , desde la orilla en la que estaba parado. Me subí a la tapa con cuidado pues mis pies cabían entre las uniones, me agaché para que la luz llegara a cada rincón, pero estaba vacío… me reí yo mismo por un momento de tensión que tuve al pensar que realmente había algo ahí… de pronto llamó mi atención el estado de las paredes, llenas de sangre me levanté de inmediato, me di la vuelta y entonces ¡Lo vi! Una mano gris opaca, con uñas largas y negras me sujeto del pie, rompió mi pantalón y caí hacia atrás, aun no terminaba de caer cuando el ya había dado la vuelta para sujetarme de la cabeza, la lámpara se rompió, no pude ver con claridad, pero sentía su cuerpo colgando del mío como si quisiera atravesarme entre los barrotes, su chillido era como el rechinar de las llantas contra el asfalto, su fuerza era tal que sentí que me quebraba los huesos al jalonearme, arañaba todo mi cuerpo hasta que me hizo sangrar… me soltó de repente y el miedo era tal que me había paralizado, no reaccioné al instante, me quede ahí tirado, lo pude sentir lamiendo mis heridas, con su lengua bífida, me cubrió entonces con su baba gruesa, su respiración paso de agitada a un poco controlada y silenciosa… hasta que deje de escucharlo.

Después de unos minutos, me senté despacio, gateando me fui a la orilla de la fosa, prendí mi encendedor y el estaba ahí, sonriendo, con sus manos se colgaba de los barrotes, era muy delgado, como si sobre sus huesos solo tuviera esa piel gris al parecer muy delgada, tenia orejas en punta, un poco largas, sin cabello, con la cara arrugada, los ojos le brillaban como a las liebres cuando les da la luz, tenia colmillos grandes, parecía estar disfrutando mucho de mi sangre porque se chupaba los dedos y me miraba con malicia…

Hasta la fecha no puedo olvidar su sonrisa, ni las explicaciones de Don Chava después del suceso:

-Es que él sabe que no debe morder a la gente-, -Te dije que lo alimentaras, no que se alimentara contigo-.

Fuente: cuentosdeterror.mx

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